LA JERARQUÍA EN TU ORGANIZACIÓN

Una organización jerárquica es una organización que mira hacia el presidente y da la espalda al cliente.

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Organizaciones jerárquicas

Mis aventuras laborales me han llevado a conocer el funcionamiento de organizaciones públicas y privadas. He llegado a la conclusión de que ambas convergen en la “filosofía organizacional” de la jerarquía. Basta con fijarse en el organigrama y funcionamiento de tu organización.

Si el cielo es jerárquico, ¿por qué mi organización no?

Para comprender el concepto de jerarquía, debemos señalar que fue introducido hace más de 1500 años por el griego Dionisio, un escolástico que realizó diversas investigaciones relacionadas a dios y al diablo, al cielo y al infierno. Dionisio llegó a la conclusión de que el cielo está organizado jerárquicamente y que la estructura jerárquica consta de nueve niveles, donde Dios es el Director General, los arcángeles, el consejo directivo y Jesucristo ocupa un puesto a la derecha de Dios, su hombre de confianza.

Y si tú crees que no estás haciendo los méritos suficientes para alcanzar la gloria, quizá te interese saber que según el Areopagita, el infierno también es jerárquico y consta igualmente de nueve niveles. Desde este punto de vista, da igual a donde vayamos.

Premisas de la jerarquía

La jerarquía se basa en tres premisas muy marcadas: el entorno es estable, el proceso es predecible y el resultado viene dado. Por lo tanto, uno sabe dónde se encuentra, qué hace y qué ocurrirá.

A muchos de nosotros seguramente se nos pasó en algún momento por la cabeza que si los proveedores, los competidores, los clientes y la oferta comercial parecen inmutables año tras año, sería una estupidez organizarse de cualquier otro modo. Pues estábamos equivocados, en una sociedad donde la economía camina a pasos agigantados y las empresas se basan en el poder de la mente, la jerarquía terminará por provocar crisis nerviosas constantes. 

¿Miramos hacia el presidente y damos la espalda al cliente?

Jack Welch plantea con crudeza que la jerarquía tiene otras consecuencias negativas cuando define a una organización jerárquica como una organización que mira hacia el presidente y da la espalda al cliente. Quizás muchos coincidimos con Welch, a veces, agradar al jefe parece más importante que servir al cliente. Es cierto que la jerarquía nos simplifica el trabajo, pero, ¿es lo mejor para el cliente?.

Lo que sucede es que la jerarquía considera que las fuentes de la ventaja competitiva son un don eterno, el reto de la empresa se convierte en explotar eficientemente esa combinación específica de conocimiento. Así, nos esforzamos por conseguir estructuras empresariales que generan ofertas comerciales estándar. Pero en un entorno con competencia global y un consumidor cada vez más poderoso, necesitamos ser diferentes.

Necesitamos innovar y renovar nuestra receta, plantear estructuras que sean capaces de respaldar la experimentación y la creación. La idea es utilizar sistemas de organización que permitan combinar y volver a combinar conocimientos para cruzar cualquier frontera a una gran velocidad. Y la jerarquía no es favorable para la composición y la mezcla, se presta más bien a la separación y la división. Así que ya es hora de olvidarse de las estructuras piramidales presididas por el director general.

¿Quién desea trabajar en pirámide, las mayores tumbas inventadas por el hombre?

El futuro de la jerarquía tradicional

La organización jerárquica tradicional no supondrá problema alguno porque en un futuro muy cercano ya no existirá. Las nuevas organizaciones serán heterárquicas, es decir, tendrán jerarquías de distintas clases. La realidad es que todas las empresas tienen tres sistemas que se solapan; de posición, de procesos y de profesiones.

La estructura de posición es una agenda con teléfonos y direcciones de contactos. La estructura profesional proporciona información acerca de las habilidades de los empleados, y la estructura de procesos muestra lo que se está haciendo en realidad. La estructura de posición la encontramos en los organigramas de las organizaciones. Las estructuras de procesos están representadas por las actividades y proyectos que se extienden más allá de los límites de la organización. La estructura profesional es mucho más confusa; depende de las habilidades de las personas que ocupan el paisaje de la empresa.

Uno de nuestros errores históricos ha sido reconocer sólo la estructura de posición. Los directivos dirigían las estructuras, controlaban todos los procesos y proyectos interesantes y su saber se consideraba omnipotente.

Muchas organizaciones siguen cometiendo ese error, espero que la tuya no sea una de ellas. El jefe típico, sin importar la clase de organización o la posición que ocupe en el organigrama, está obsesionado con saberlo y controlarlo todo. Parten de la idea de que la gente es estúpida y, por lo tanto, sólo puede realizar trabajos sencillos, de ahí la necesidad de crear estructuras empresariales de gran complejidad.

De lo complejo a lo sencillo

Hoy, necesitamos transformar la complejidad en sencillez. Jack Welch, llega a decir que la burocracia es el “Drácula” del diseño empresarial. Por mucho que tratemos de alejarla, la burocracia no deja de rondarnos, es preciso seguir clavándole estacas en el corazón.

Ante la creciente complejidad del panorama de conocimientos, es necesario reforzar el poder de las estructuras profesionales y de procesos. Las empresas requieren líderes de proyectos más fuertes, además de campeones intelectuales con suficiente poder. Pero ninguna de estas estructuras debe dominar por completo. Si la acción domina todo el sistema, el resultado es una adhocracia -ausencia de jerarquía- y si dejamos que el conocimiento sea el único principio de la organización, la estructura resultante será la meritocracia. Encontremos el equilibrio de estas tres estructuras.

Conclusión

Los tres aspectos de la empresa han de coexistir simultáneamente. No resolveremos los problemas simplemente cambiando el orden de las flechas. Se trata de un estado mental, una filosofía. Y tampoco hablo de una organización sin cúspide. La alternativa a la jerarquía no es la no-arquía. Los directivos siguen desempeñando un papel importante. Pero ya no son más los únicos actores ni las estrellas de la organización.

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